martes, 12 de mayo de 2009

Los problemas de España (I): Un sistema electoral bipartidista

España tiene la suerte de ser uno de los países del mundo que más ha crecido durante los últimos 10 años. Sin embargo, la crisis financiera y la fallida de un modelo de desarrollo basado en la construcción ponen al país en un aprieto.

Si usted lee esto desde el extranjero seguro que habrá visto que los telediarios de todo el mundo ponen a España como ejemplo de país donde los efectos del desempleo son más notorios. Sin embargo ese no es el único problema que sufrimos, los medios no plasman eficientemente el sentimiento popular de los españoles.

En esta serie pretendo ofrecer una visión de los problemas a los que se enfrenta el país vistos desde la perspectiva de uno de los muchos ciudadanos que han asistido a la evolución social de España de la última década.

Esta primera parte esta dedicada al sistema político Español, como es en la actualidad y como lo percibe la ciudadanía.

Actualmente la política en España está controlada principalmente por 2 partidos: PP, y PSOE, que controlan más de un 85% de representantes del congreso. Las fuerzas minoritarias son los partidos nacionalistas, sobretodo de Cataluña y Euskadi, aunque también de Galícia.

La ley electoral esta basada en el sistema d'Hont, que funciona de la siguiente manera: el país se divide en regiones donde se presentan diferentes candidatos al congreso de la nación. Dependiendo de la región, dispone de más o menos representantes. En el recuento de votos, se ordenan las listas que han obtenido más votos de mayor a menor y se adjudican los puestos a los primeros de la lista.

Tenemos un problema, que como se puede observar, para conseguir representantes hace falta ser la fuerza más votada dentro de una región. Los partidos que tienen su voto distribuido lo tienen más difícil.

Inicialmente el sistema funciona bien, pero con el tiempo, en España, ha derivado en una situación de bipartidismo entre partidos de ámbito nacional y una sobrerepresentación de los nacionalistas, perjudicando la entrada de terceras y cuartas fuerzas, que pese a ser muy votadas, tienen el voto distribuido por todo el país.

Izquierda Unida, el tercer partido más grande en número de votos, no tienen una representación proporcional ya que sus votantes están distribuidos por todo el país. Se da la situación indignante de que 963.040 votos de IU equivalen a 2 representantes en el congreso, mientras que, por ejemplo, Coalición Canaria también consigue lo mismo con 5 veces menos.

Otra de las consecuencias no buscadas del sistema d'Hont es que consigue interiorizar en la gente que solo vale la pena votar a uno de los principales partidos (que en la actualidad son el PP y el PSOE) o los nacionalistas, ya que un voto para otro partido tiene un valor simbólico. A esto hay que sumarle que los nacionalistas nunca podrán competir contra el PP ni el PSOE porque solo cosechan votos en las regiones que representan. Así es como se ha llegado a la situación de bipartidismo a la que me refería en anteriores párrafos.

El funcionamiento de la democracia es similar al del libre mercado: los partidos compiten por ofrecer al ciudadano aquello que necesita, y el ciudadano, si quiere, escoge el que le hace sentir más identificado. He aquí la importancia de una variedad de organizaciones políticas que representen la diversidad de ideas de la nación y la lucha entre ellas, que actualmente es simbólica, por conseguir la confianza de la gente.

Por eso, de entrada, es necesaria una reforma electoral que sustituya el sistema d'Hont por uno más proporcional que otorgue los puestos según los votos de la mayoría de ciudadanos del país, y no solo a los partidos que hacen programas centrados en conseguir concentrar votos en pocas regiones.

Por la información que tengo actualmente, sugiero el método de Sainte-Laguë, una variación del sistema d'Hont, que en su versión original (las variaciones no valen) reduce el peso de los partido más votados. Este método tiene en cuenta el número de representantes obtenidos en el momento de repartir los que restan, de forma de que un partido que consigue un representante con X votos, necesitará más de esos X votos para obtener un segundo.

Aunque el problema de la concentración de votos seguiría vigente, creo que propiciaría la proliferación de las terceras o cuartas fuerzas a las que me refería, y propiciaría una forma de hacer política más competitiva en la que se tendrán más en cuenta las opiniones de los ciudadanos.



Fuentes y otros links de interés:
Resultados oficiales elecciones España 2008
Sistema d'Hont
Método de Sainte-Laguë